El ejercicio como terapia


Los programas de entrenamiento reglado y monitorizado son claves en la lucha contra algunas patologías


Los beneficios que reporta cualquier actividad física son conocidos. Practicar deporte de manera periódica ayuda a prevenir un sinfín de enfermedades y es puntal en el tratamiento de otras, como la diabetes o la obesidad. Un nuevo programa puesto en marcha en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, con la colaboración de la Universidad Europea de Madrid, demuestra que en niños afectados de parálisis cerebral, cáncer o anorexia, entre otras enfermedades, el ejercicio físico ayuda al pronóstico y a sobrellevar mejor las terapias, además de mejorar su calidad de vida.

Expertos del servicio de fisioterapia y rehabilitación del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, de Madrid, junto con la Universidad Europea de Madrid (UEM), han desarrollado un programa de ejercicio físico para optimizar la capacidad funcional, aumentar la percepción del propio cuerpo y mejorar el estado de ánimo de los pacientes ingresados en este centro. Ya en 2004 empezaron a aplicarlo como una herramienta terapéutica en pacientes de oncología.

Más tarde, trasladaron el programa a los pacientes que, por recibir un trasplante de médula ósea, deben permanecer aislados (como medida de control de infecciones), precisan estar encamados y registran ingresos hospitalarios muy largos. Realizar ejercicio físico en la misma habitación les permitía afrontar mejor las terapias, sentir menos fatiga y realizar más actividades de la vida diaria. Los investigadores han confirmado que les ayuda a superar el componente depresivo habitual por su situación crítica.
Entrenamiento de fuerza

Otros programas en marcha en el mismo centro hospitalario buscan estudiar los efectos de un entrenamiento reglado y monitorizado, en oposición a las directrices aconsejadas hasta este momento: una rehabilitación suave. Los estudios preliminares sobre niños afectados de fibrosis quística, que por norma general tienen una condición física deficiente, empiezan a dar resultados. El interés que suscita la actividad física como parte de la terapia queda plasmado en una investigación que acaba de obtener el III Premio Nacional de Investigación en Medicina del Deporte otorgado por la Universidad de Oviedo.

El ejercicio físico, también en la diabetes, es uno de los pilares en los que se fundamenta el tratamiento, junto con la dieta y la medicación

Desde el servicio de Traumatología del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús y el Laboratorio de Fisiología del Ejercicio de la UEM, en colaboración con el Laboratorio de Análisis del Movimiento, se ha estudiado el uso de plataformas vibratorias en niños con parálisis cerebral, con la conclusión de que ayuda a demorar el deterioro funcional. Uno de los objetivos del programa es retrasar la evolución de la enfermedad cuando el afectado precisa silla de ruedas.
Deporte para la anorexia

Participar en programas de entrenamiento que incluyan ejercicio físico regular y supervisado puede ser uno de los pilares del tratamiento en afectados por anorexia nerviosa. Esta práctica refuerza la imagen, reduce el estrés emocional y las afectadas -a menudo mujeres- aceptan mejor los programas de realimentación, un aspecto que favorece el pronóstico y evolución del trastorno. Así concluye otro trabajo conjunto entre la Universidad Politécnica de Madrid, la Universidad Europea (UEM) y el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús.

Para el estudio se contó con 22 pacientes (de 13 a 15 años) en régimen ambulatorio. El entrenamiento monitorizado, siempre adaptado a la terapia psicológica y al estado de la paciente, fue de intensidad baja-moderada y en las sesiones se trabajaban los grandes grupos musculares. El objetivo era recuperar la masa corporal, la fuerza, la resistencia y corregir la atrofia por inactividad. Aunque parece que se origina una mejora en la densidad ósea y en la capacidad cardiorrespiratoria, los expertos creen que todavía carecen de datos concluyentes y que son necesarios más estudios.
El ejercicio en el tratamiento de la diabetes

El entrenamiento físico, también en la diabetes, es uno de los pilares en los que se fundamenta el tratamiento, junto con la dieta y la medicación. La actividad física reduce los niveles de glucosa en sangre al aumentar su utilización por el músculo, mejora la eficiencia de la insulina, disminuye las necesidades de insulina diaria o las dosis de fármacos antidiabéticos orales, contribuye a mantener un peso adecuado (evita la obesidad) y disminuye los niveles de lípidos en sangre (colesterol y triglicéridos), además de mejorar la calidad de vida (contiene la ansiedad, depresión y el estrés) y evitar el desarrollo de complicaciones cardiovasculares de la enfermedad.

No obstante, su práctica debe estar orientada de manera individual según las características y peculiaridades de cada persona y el tipo de diabetes que sufra. De lo contrario, puede comportar problemas. El más frecuente y temido es la hipoglucemia, que se desarrolla mientras se realiza la actividad física o unas horas después de haber terminado.

A pesar de que no está contraindicado realizar deportes de riesgo (que no comporten excesivo esfuerzo o posibles lesiones en los pies), siempre hay que empezar de forma gradual y nunca perder de vista los niveles de glucemia. Sin embargo, el ejercicio moderado y diario es el más recomendable, algo muy fácil de conseguir si se andan 60 minutos o se dan paseos en bicicleta. No llevar un buen control de la enfermedad, no saber recononocer los signos de peligro (hipoglucemia) o cuando la diabetes ya ha empezado a provocar algunas complicaciones crónicas, sean microvasculares (retinopatía, nefropatía, neuropatía) o macrovasculares (alteraciones coronarias, arteriopatía periférica, enfermedad cerebrovascular o estenosis de arteria renal, entre otras) contraindica el ejercicio físico.

En definitiva, la práctica de actividad, además de reforzar el sistema inmunológico, el cardiovascular, el respiratorio, el musculoesquelético o la función renal, entre otros, proporciona bienestar emocional. No solo es imprescindible en la prevención de enfermedades, sino que parece ser también una herramienta fundamental en la terapia de muchas patologías.