El entrenamiento descalzo


En nuestras vidas diarias modernas pasamos gran parte de nuestros días en zapatos o zapatillas. Los que van al trabajo, eligen sus zapatos cuidadosamente, pero si bien es cómodo, no estamos hechos para estar todo el día utilizandolos. Lo mismo sucede con cualquier tipo de calzado, realmente. En el ámbito de las zapatillas para realizar actividad física, desde su introducción en la década del 70 que se han realizado muchísimas investigaciones y avances en la materia, desde mejoras en diseño hasta en performance.

Pero, luego de tanta innovación, siguen desarrollando, investigando y proponiendo nuevas alternativas que supuestamente mejoran cada vez más nuestras capacidades físicas y de performance deportiva. ¿No les parece, como a mi, que tal vez la respuesta está en no utilizar calzado directamente?

Si bien, el calzado es una comodidad indiscutible para resguardar del frío, y hace ya cientos de años que es una obligación moral utilizarlo, lo cierto es que, lamentablemente, ni nuestros pies ni nuestro cuerpo están diseñados para soportar todo el día de calzado. Aunque las zapatillas den estabilidad, comodidad y soporte, al mismo tiempo inmobilizan tus pies y tobillos; restringen el movimiento natural, lo que causa que varios músculos pierdan fuerza.
Problemas

Algunos análisis han demostrado que la mecánica involucrada en la actividad de correr se ve alterada cuando tenemos zapatillas, ya que golpeamos el piso con nuestros talones en vez de hacerlo con la parte delantera de pie, lo que sería mucho más eficiente. De hecho, el golpe con el talón causa impactos repetitivos con cada paso. Esta repetición de golpes se distribuye por todo el cuerpo, y puede causar dolor o lastimaduras en cualquier parte del sistema cinético del cuerpo: los músculos, el sistema nervioso, o el sistema esquelético.
La alternativa

El entrenamiento descalzo o con calzado mínimo le causa a nuestro cuerpo mucho menos estrés físico, ya que la disminución del golpe con el talón optimiza la eficiencia del movimiento. También causa que todos los músculos que pierden su fuerza con el uso de calzado, vuelvan a ganar su fortaleza natural. Por otro lado, las plantas de nuestros pies fueron diseñadas de ese modo para que podamos sentir las superficies en las que estamos parados, y acondicionar nuestros movimientos, ridigez de los tobillos y toda nuestra postura corporal dependiendo de lo que nos indican nuestros pies.

Por suerte, muchas marcas de calzado están realizando productos diseñados para este estilo de entrenamiento: más flexibles, y con suelas muy finas. El nivelado de este calzado provoca un golpe más neutral, balanceado hacia la parte delantera de nuestros pies, como debería ser, a diferencia del calzado anterior que causaba que golpeemos con nuestros talones.

Aplicación

Por supuesto que si esto te interesa, no debes de un día para el otro cambiar de calzado. La adaptación debe ser gradual, ya que algunos músculos de tus pies se han ido atrofiando con los años de utilizar calzado convencional, y puedes lastimarte si haces un cambio muy brusco.

Primero intenta realizar solamente el precalentamiento descalza, lo que te permitirá acostumbrarte de a poco a esta nueva manera de hacer ejercicio. Mientras los meses pasen, irás notando cómo ciertos músculos comenzarán a estar más fuertes, y te darás cuenta cuándo ya podrás entrenar completamente descalzo o con calzado especialmente diseñado.